Por: Claudia Rodríguez y Diana León
Dedicado a la memoria de todas las víctimas de esta guerra en el Pacífico Nariñense
El 5 de octubre, Colombia escuchó de la masacre de Tumaco donde el enfrentamiento entre cocaleros con agentes antinarcóticos dejo un saldo de 6 muertos y 19 heridos. Inmediatamente, el rife y rafe de la culpa de este evento quedo entre la fuerza pública y un grupo armado ilegal. Aunque este artículo no busca esclarecer de quien es la culpa, sí busca mostrarle al país porque los campesinos asesinados estaban protestando en contra de la erradicación forzada y la problemática de la coca en el litoral.
Tumaco es un puerto ubicado en el suroccidente de Nariño, muy cerca de la frontera con Ecuador. Ha sido una de las cunas emblemáticas de la cultura afrocolombiana e indígena del país e incluso de íconos de fútbol como Willington Ortiz o Leyder Preciado. Pese a su riqueza natural, cultural, étnica y su posición estratégica, este municipio presenta indicadores críticos en temas sociales y de seguridad ciudadana, al igual que el resto de los municipios de la costa Pacífica. Últimamente Tumaco ha estado en la boca de los colombianos por los enfrentamientos entre la fuerza armada y los intereses cocaleros en la región.
En 1999, en el municipio había 766 hectáreas de coca pero, al siguiente año, el crecimiento de este cultivo fue alrededor de 133.36%. Durante los últimos años, el área cultivada crecía a tasas superiores del 30% al año y en el 2015, casi se duplica toda el área sembrada con respecto al 2014. Esto llevó a que Tumaco encabezara la lista de los municipios con más hectáreas de coca sembradas en todo el país. De hecho, para el año 2016, el 15,84% de los cultivos ilícitos en el país estaban en Tumaco.
Después de ver la fuerza que tienen –y que han tomado recientemente- estos cultivos ilícitos, es fácil armar el rompecabezas de la protesta campesina ante la estrategia de erradicación forzosa. Entonces, para entender las disputas entre el Estado y los campesinos, es necesario contextualizarse en el otro lado de la moneda y mirar la posición del Gobierno nacional, así como en el punto de quiebre de las relaciones entre los actores del juego.
Por un lado, es claro que la presencia de coca representa un problema para Colombia, pues es el principal insumo en la producción de cocaína cuyo tráfico ha derivado en violencia y criminalidad. Para combatir el narcotráfico, el gobierno ha optado por estrategias que controlen los cultivos ilícitos en el territorio. La principal estrategia ha sido la erradicación forzosa.
Como su nombre lo indica, la erradicación forzosa se lleva a cabo en contra de la voluntad de los campesinos y, actualmente, es realizada por las brigadas de las Fuerzas Armadas de Colombia, quienes entran al territorio y retiran manualmente las hojas de coca desde la raíz. Antes del 2015, la aspersión aérea con glifosfato fue la estrategia más usada por el Estado pero fue suspendida con por Consejo Nacional de Estupefacientes. Hoy en día es inevitable que la población se oponga a la intrusión del ejército en sus cultivos; sin embargo, resulta necesario que esta juege un papel activo en el proceso de erradicación.
Entre 1999 y 2016, en Tumaco se erradicaron más de 210 mil hectáreas; alrededor de 140 mil, vía aérea y 70 mil, vía manual. Entre los años 2010 y 2011, la erradicación manual tuvo sus picos de mayor intensidad en el territorio, acabando con un poco menos de 30 mil hectáreas. En los últimos cinco años, esta estrategia sólo ha logrado atacar alrededor 1700 hectáreas anuales. De manera contraria a lo que uno pensaría de la efectividad de esta política, la erradicación aún no se ha traducido en una reducción de los cultivos ilícitos, pues los campesinos recurren a la resiembra de la hoja de coca.
En cada hogar cocalero esta política representa un choque a sus ingresos pues conlleva pérdidas de sus empleos y activos. Así mismo, las regiones donde hay cultivos de coca tienen los índices más altos de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), menos acceso a bienes públicos como luz y carreteras, y Tumaco no es la excepción. De hecho, sólo el 5% de los hogares tienen acceso a un servicio de alcantarillado; el 29%, tiene una conexión domiciliaria de agua, el 84% de la población se encuentran debajo de la línea de pobreza, el 60%, se encuentra actualmente desempleada. Paradójicamente, la potencialidad del puerto y la ciudad no se ve reflejada en la calidad de vida de sus habitantes.
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Tabla 1: Resumen de indicadores de calidad de vida de la población
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Tomado del Plan de acción de Tumaco(5)
Aunque, el 4 de marzo de este año, los cocaleros de Tumaco firmaron un acuerdo con el Gobierno Nacional para la sustitución voluntaria de cultivos aún no se ha empezado este proceso en la zona. Otro problema en este proceso está ligado a la restitución y titulación de tierras, pues gran parte del territorio pertenece al Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera pero hay miles de campesinos en estas tierras que no tienen un reconocimiento de su presencia en las tierras que habita. Entonces, si para sustituir los cultivos, tanto los campesinos como la comunidad deben tener claro los límites de su propiedad, la falta de títulos va a entorpecer el reconocimiento de las hectáreas a trabajar.
Sin contar con la presencia de grupos armados, la situación en Tumaco y su zona rural ya es lo suficientemente crítica y, lamentablemente, la masacre campesina fue el punto de quiebre para que volteáramos a mirar lo que estaba pasando. Es difícil dar una solución inmediata al problema, pero por lo menos ya podemos afirmar que la erradicación debe ir de la mano de la sustitución para cambiar las condiciones de la región. Así mismo, tampoco podemos dejar de lado el acompañamiento necesario para que estas estrategias no fracasen y que mañana hablemos de un Tumaco próspero donde no hay víctimas del conflicto, donde hay presencia del Estado y donde los campesinos pueden vivir de cultivos lícitos.
El Semillero del Pacífico se une a la comunidad nariñense en Bogotá, quienes van hacer una movilización para visibilizar el inconformismo con la situación en Tumaco. Próximamente, estaremos publicando las fechas para que seamos parte de este llamado de atención al Gobierno Nacional y al resto del país.
- 1- Angrist, J., & Kugler, A. (2005). Rural Windfall or a New Resource Curse? Coca, Income, and Civil Conflict in Colombia. The Review of Economics and Statistics, 191-215.
- 2- Osorio, A. R. (2003). Aproximaciones a los Efectos Ambientales, Sociales y Económicos de la Erradicación Aérea en Colombia. Agroalimentaria, 17, 61-72.
- 3- Tobón, G. J., & Restrepo, G. I. (2009). Erradicación de cultivos ilícitos y desplazamiento forzado en el parque natural Sierra de la Macarena. Cuadernos de Desarrollo Rural, 6(63)
- 4- Zuleta, H. (2017) Coca, cocaína y narcotráfico. Documento CEDE (42). Bogotá, Colombia
- 5- https://www.findeter.gov.co/documentos.php?id=202138
- 6- http://es.presidencia.gov.co/noticia/Firmados-dos-nuevos-acuerdos-de-sustitucion-de-cultivos-ilicitos-en-Tumaco-Narino-y-Briceno-Antioquia
- 7- http://www.elpais.com.co/colombia/acabar-con-la-coca-en-tumaco-una-mision-imposible.html