Por Juan Manuel de Jesús Palacios Luna
Los indicadores socioeconómicos más relevantes indican que el llamado a cerrar brechas debe ser una prioridad, hoy, en el Chocó. La pobreza y la desigualdad parecen haber echado raíces en este rico departamento, que además de su riqueza humana, cuenta con salidas (aun lejanas) a los dos océanos que bañan las costas del país. El más reciente reporte del DANE sobre pobreza y desigualdad, indica que Quibdó, la capital del departamento, lidera la lista de las 23 principales ciudades del país en los indicadores de pobreza, pobreza extrema y desigualdad medida por el coeficiente de Gini.
De entrada, parezco revivir el plan de desarrollo nacional del presidente Alfonso López Michelsen (1974-1978), “para cerrar las brechas”, confirmación de que este no es un problema de ahora, tiene sus años. Los indicadores socioeconómicos más relevantes indican que el llamado a cerrar brechas debe ser una prioridad, hoy, en el Chocó. La pobreza y la desigualdad parecen haber echado raíces en este rico departamento, que además de su riqueza humana, cuenta con salidas (aun lejanas) a los dos océanos que bañan las costas del país. El más reciente reporte del DANE sobre pobreza y desigualdad, indica que Quibdó, la capital del departamento, lidera la lista de las 23 principales ciudades del país en los indicadores de pobreza, pobreza extrema y desigualdad medida por el coeficiente de Gini.
Para el DANE, el cálculo de la pobreza monetaria general y la pobreza monetaria alimenticia (pobreza extrema) se hace a partir de la construcción de líneas de pobreza, que indican el costo per cápita mensual mínimo necesario para adquirir una canasta de bienes (alimentarios y no alimentarios) que permiten un nivel de vida adecuado en un país determinado. En Colombia, se consideran pobres monetarios a quienes habitan hogares en los que el ingreso mensual no supera los $894.552, y es pobre extremo aquel hogar que no supera los $408.436, para el año 2016.
Las cifras son alarmantes, según información recolectada mediante la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del DANE para el año 2016, 1 de cada 5 personas viven en la miseria en Quibdó (19,5%). La pobreza monetaria general está apenas por debajo del 50%, y la desigualdad de ingresos, que se calcula mediante el coeficiente de Gini, cuyos valores oscilan entre 0 y 1, siendo 1 la mayor desigualdad, es la más alta de las registradas para las 23 principales ciudades, ha crecido en los últimos 7 años y se aleja marcadamente del promedio nacional.
Además de alarmante, esta situación es verdaderamente preocupante si se mira en términos relativos. A excepción de Riohacha, ningún otro municipio registra indicadores de miseria de dos dígitos. Sólo Quibdó y Riohacha superan el 0.5 en el coeficiente de Gini. Esta es la realidad de Quibdó (y del Chocó). El municipio no avanza, y al ritmo que lo hace, los beneficios de ese progreso se están concentrando en pocas manos, y al mismo tiempo, quienes viven en condiciones de pobreza extrema son cada vez más.
Podría hacer una larga lista de causas de este panorama, pero quiero mencionar 3 que considero importantes. En primer lugar, la falta de capacidad y voluntad del Estado para hacer frente a los problemas estructurales del Chocó. La ejecución de los proyectos viales que facilitarían la comunicación terrestre del Chocó con el interior del país o de los proyectos de conexión con el Pacífico, el acceso a servicios básicos como acueducto y alcantarillado, el acceso a servicios de salud dignos, y el mejoramiento de la calidad en la educación, son tareas pendientes del Estado colombiano con esta región.
Por otro lado, la alta dependencia del sector público para la generación de recursos, se constituye en un factor que facilita la predominancia del clientelismo en épocas electorales, y obstaculiza la elección de dirigentes con las mejores capacidades para liderar una ruta de progreso para el Chocó. Y en tercer lugar, la crisis de representación por la existencia de congresistas que han sido débiles en la interlocución con el gobierno nacional y las élites políticas nacionales a favor del departamento.
Indicadores de pobreza monetaria, pobreza extrema y desigualdad, 2010-2016, Quibdó y el promedio de las 23 ciudades principales de Colombia.
Los problemas de pobreza y desigualdad agudos, estarán de acuerdo muchos, no son problemas que se resuelven con políticas cortoplacistas. Para ello, se requiere trazar una ruta de progreso de largo aliento que esté alineada con la dinámica nacional de desarrollo, y es por eso tan importante que la representación política de los congresistas y miembros chocoanos de las altas esferas del poder ejecutivo le suban el volumen a las exigencias y necesidades del pueblo chocoano. Dicha ruta, debe obedecer a la realidad que se evidencia en las alarmantes cifras de deterioro social y económico del departamento, y quedar en manos del poder de la ciudadanía, para que no obedezca a intereses políticos, sino a compromisos con respaldo ciudadano, blindados de la influencia particular de la militancia gubernamental de turno.
De no darse un cambio significativo pronto en el camino de desarrollo que sigue el Chocó, los niveles de criminalidad, tráfico y consumo de drogas, y descomposición social en general, serán incontrolables y absorberán los recursos para una planeación de largo plazo.
Con la formulación de una ruta progresista de estas características, que propenda por cerrar brechas entre quienes ostentan el poder político y económico, y la ciudadanía del común, que comprometa a los dirigentes locales y a las élites nacionales con la superación de estos flagelos en el Chocó, se podría vislumbrar un mejor futuro. El Chocó seria tema de debate en las elecciones presidenciales, y los candidatos al congreso que se rebuscan votos en el Chocó estarían en la obligación de comprometerse con esos propósitos.
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