Por: Amigo de Miguel
Quedo gratamente sorprendido de lo que llegué a conocer de él y me atrevo a concluir que las facetas que no pude ver de Miguel eran igualmente ejemplares. Agradezco profundamente lo que pude aprender a su lado, esa pasión con la que trabajaba de manera constante, la alegría que irradiaba a cada momento, las ganas de hacer que sus sueños y aspiraciones se volvieran una realidad.
Recuerdo a última vez que me encontré a Miguel. Lo vi de pasada y yo estaba un poco de afán, por lo que inicialmente pensé que no era necesario saludarlo. Finalmente me dirigí hacia él porque hacía varios días que no habíamos hablado y pensé que lo que tenía que hacer en ese momento podía esperar otro rato. Cuando nos saludamos nos dimos uno de esos abrazos alegres que nos solíamos dar, sonriendo como esos amigos que habíamos sido durante el último año y medio que llevamos en la universidad.
Me dijo que debíamos volver a reunirnos a jugar fútbol como lo hacíamos frecuentemente en semestres anteriores o pegarnos una buena farra cuando volviéramos de vacaciones, mientras irradiaba su alegría constante. Además, me contó con mucha emoción que ya iba a empezar a trabajar en forma junto a Juan Camilo en temas de investigación para el proyecto de Semillero del Pacífico. Finalmente, cuando nos despedimos, nos volvimos a dar otro abrazo entrañable como el que nos habíamos dado al saludarnos. Lo que nunca imaginé fue que ese momento junto a él iba a ser el último en el que le pudiera expresar físicamente mi afecto.
No puedo decir que soy la persona que llegó a conocer de mejor manera a este gran ser humano, tampoco llegué a saber cómo su papel como hijo, ni como sobrino, ni como hermano. Sin embargo, sí lo conocí como estudiante, ayudante social, como SOÑADOR y sobre todo, como AMIGO. Quedo gratamente sorprendido de lo que llegué a conocer de él y me atrevo a concluir que las facetas que no pude ver de Miguel eran igualmente ejemplares. Agradezco profundamente lo que pude aprender a su lado, esa pasión con la que trabajaba de manera constante, la alegría que irradiaba a cada momento, las ganas de hacer que sus sueños y aspiraciones se volvieran una realidad.
Cuando recibí la noticia, realmente no podía creerlo y en este momento todavía quisiera creer que, al momento de volver a clase, él va a estar ahí sentado, compartiendo clases conmigo y con todos sus demás compañeros y amigos, sonriendo y con ganas de aprender como siempre. Ahora, es adecuado ver que esto no va a ser así, pero indiscutiblemente, por muy frase de cajón que suene, va a estar de manera constante en nuestras mentes y corazones. Entre todos nos vamos a encargar que los sueños que perseguía Miguel no se queden sólo en pensamientos. Sus objetivos no los llega a tener cualquier persona, siempre que él realmente buscaba generar un cambio y quería lograr algo excepcional por el Pacífico colombiano. Siento que es nuestro deber ahora hacer lo posible para que sus sueños se hagan realidad.
Finalmente, quiero compartir lo último que aprendí de Miguel. Debemos valorar realmente a todas esas personas con las que compartimos cada día, todos aquellos que hacen nuestras vidas más alegres. Debemos apreciar de la forma más sincera a esos individuos que transforman nuestras vidas y que nos permiten desarrollar nuestra mejor versión como seres humanos. Por esto, debo darle gracias a Migue: gracias a mi amigo por haberme dejado enseñanzas tan valiosas en este tiempo que nos conocimos, gracias por hacerme ver la importancia de luchar por mis sueños, con una sonrisa constante.
ESTE ES SÓLO UN HASTA PRONTO MI HERMANO, EL SOÑADOR DESPIERTO. CRÉEME QUE HAREMOS LO POSIBLE PARA QUE TUS SUEÑOS SE HAGAN REALIDAD. NUNCA TE OLVIDAREMOS.